Las enfermedades del hígado que lo afectan a largo plazo (crónicas), producen inflamación que al curarse produce una cicatriz. La acumulación de este tejido cicatrizal en todo el hígado es lo que conocemos como cirrosis. Todas las enfermedades y condiciones que dañen el hígado de forma repetida y sostenida, tienen la posibilidad de producir cirrosis. No asì las enfermedades agudas, que dan una inflamación temporal del hìgado. Dicho de otra forma, alguien que padezca de hepatitis B (enfermedad viral crónica del hígado) o alguien que consuma de forma sostenida alcohol, pueden desarrollar cirrosis; sin embargo, alguien que tenga una hepatitis A (enfermedad aguda del hígado) no va a desarrollar nunca cirrosis.
Dos mitos que debemos olvidar
El primer mito que debemos desacreditar, es que la cirrosis sólo afecta a las personas que toman mucho licor. Es cierto que el licor es una de las causas de cirrosis, no obstante, la mayoría de pacientes con esta enfermedad nunca han tomado de una forma que afecte su salud.
El segundo mito, es que la cirrosis es similar a un cáncer. El hígado es un órgano con una capacidad increíble de regeneración, por tanto un paciente en una etapa temprana de la enfermedad, puede sobrevivir muchos años con una cirrosis. Hay algunas causas de cirrosis que responden muy bien al tratamiento o al retiro del factor causante (como el paciente que deja de ingerir licor).
¿Por qué ocurre la cirrosis?
Las causas son múltiples, cualquier enfermedad que afecte el hígado por largo tiempo produce cirrosis.
Las causas más comunes son:
- Virus: la hepatitis B y la hepatitis C pueden desarrollar una infección crónica (de largo tiempo) que cause cirrosis.
- Hígado graso: muy frecuente en la población mundial, sobre todo en diabéticos y en personas obesas, puede degenerar en cirrosis.
- También puede que el cuerpo tenga una reacción anormal que ataque el hígado, esta enfermedad se conoce como una hepatitis autoinmune.
- Hay enfermedades hereditarias, como la enfermedad de Wilson, en la cual se acumula cobre en el hígado.
- Por supuesto, el abuso de licor.
Qué le ocurre a un paciente con cirrosis (complicaciones)
Inicialmente la cirrosis no dan ningún síntoma. De hecho un paciente con el diagnóstico establecido puede continuar con su vida normal a lo largo de muchos años. El ejemplo típico de esta situación, es cuando un alcohólico es diagnosticado de cirrosis en estadio temprano y el paciente logra suspender la ingesta de licor. Lo usual es que que el paciente evolucione satisfactoriamente sin ninguna complicación a lo largo de muchos años.
Sin embargo, conforme la enfermedad avanza se van desarrollando complicaciones. Dependiendo de la causa de la enfermedad, la misma puede ser detenida (como en el paciente que deja de tomar licor o el paciente con hepatitis que recibe el tratamiento contra el virus), mientras que en otros pacientes la enfermedad prosigue su curso.
Recordemos que el hígado tiene múltiples funciones en el cuerpo, se encarga del procesamiento inicial de los nutrientes y las toxinas de los alimentos, la producción de proteínas vitales para nuestro organismo, y múltiples procesos metabólicos.
Algunas complicaciones que pueden desarrollar los pacientes son:
- Várices, pueden ser en el esófago (várices esofágicas) o en el estómago (várices gástricas). Se desarrollan porque la sangre que viene de los intestinos ya no pasa adecuadamente por el hígado y tiene que buscar caminos alternativos, entonces se dilatan venas en el esófago o en el estómago y forman estas várices. El mayor riesgo de las mismas, es el sangrado. El sangrado suele ser masivo y puede ser mortal. El tratamiento para las várices es la ligadura (que es como amarrarlas) con lo que las mismas desaparecen o disminuyen su tamaño.
- Plaquetas bajas. El bazo es un órgano en el cual se destruyen las plaquetas viejas. La sangre que llega al bazo, es drenada por una vena que desemboca en el hígado. Al estar hígado enfermo, el bazo tiene un drenaje inadecuado y aumenta su tamaño. Un bazo de mayor tamaño destruye más plaquetas y esto causa la baja en estas células de la sangre. Recordemos que las plaquetas son importantes para la coagulación de la sangre. Sumado a esta situación, en el hígado se producen varios factores de la coagulación. Un hígado enfermo produce menor cantidad de los factores de coagulación. La combinación de plaquetas bajas y disminución en los factores de coagulación, produce un aumento del riesgo de sangrado en los pacientes con cirrosis. Es común que los cirroticos tengan gingivorragia (sangrado de las encías).
- Ascitis y edemas. La ascitis es la acumulación de agua en la cavidad abdominal y los edemas son la hinchazón de órganos (como los pies) por acumulación de agua en los mismos. En los estadios avanzados de la enfermedad, los pacientes con cirrosis desarrollan un abdomen muy abultado por la gran cantidad de líquido que se acumula en el mismo. La acumulación de líquido puede dificultar la respiración o podría infectarse, causando así mayores complicaciones a los pacientes.
- Encefalopatía hepática. El hígado procesa por primera vez todas las sustancias que ingerimos al alimentarlos. Al estar deteriorado, no hay un proceso adecuado y sustancias como el amonio llegan al cerebro y lo intoxican. El paciente experimenta cuadros de desorientación o de alteración en sus funciones mentales habituales.
Todas estas complicaciones son manejables médicamente, sin embargo el paciente que llega a presentar varias de ellas, es un paciente complicado y su pronóstico no es tan favorable. La cirrosis puede ser mortal. Es por esto que es importante el diagnóstico temprano, para la prevención de sus complicaciones y tener una mejor evolución.